En una tarde cualquiera pronuncié dos palabras que hicieron del día uno más especial:Te amo.
En una tarde cualquiera, te besé.
Me besaste.
Te amé y me amaste.
En esa tarde cualquiera me abrazaste
y me dijiste más de 500 palabras que formaban
muchos sentimientos, tan parecidos a los míos.
Me tomaste entre tus brazos y prometiste no dejarme jamás.
En una tarde cualquiera todo podía pasar.
Esa tarde cualquiera, en realidad no era tan cualquiera,
tan sólo con el hecho de estar a tu lado.
Pero ésta tarde en que no estás,
sí que es una tarde cualquiera,
más común y más corriente que ninguna.
Y en ésta tarde tan común, tan corriente,
sólo te pido que la pases a mi lado,
sin que nos lleve la rutina.


















