martes, 7 de diciembre de 2010

Una tarde tan cualquiera

En una tarde cualquiera pronuncié dos palabras que hicieron del día uno más especial:
Te amo.

En una tarde cualquiera, te besé.
Me besaste.
Te amé y me amaste.

En esa tarde cualquiera me abrazaste
y me dijiste más de 500 palabras que formaban
muchos sentimientos, tan parecidos a los míos.

Me tomaste entre tus brazos y prometiste no dejarme jamás.

En una tarde cualquiera todo podía pasar.

Esa tarde cualquiera, en realidad no era tan cualquiera,
tan sólo con el hecho de estar a tu lado.

Pero ésta tarde en que no estás,
sí que es una tarde cualquiera,
más común y más corriente
que ninguna.

Y en ésta tarde tan común, tan corriente,
sólo te pido que la pases a mi lado,
sin que nos lleve la rutina.

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